martes, 23 de diciembre de 2014

Y nuevamente el sueño se hizo realidad

Tuvo que pasar de nuevo, para que volviera a haber una entrada en este blog. Sí, algo tenía que inspirarme para escribir de nuevo, y no podía ser de otra cosa sino de mi Santa Fe del alma, del rojo de mis amores, del equipo que con sufrimientos y alegrías nos permitió volver a gritar ¡CAMPEONES!

La ilusión volvió ocho días antes del 21 de Diciembre de 2014. Jugábamos contra Atlético Nacional, Edwin Cardona hacía un remate al arco que pegaba dos veces en los palos y salía. El corazón latía a mil y solo hacía falta un gol para ser finalistas. Corría gran parte del segundo tiempo y Santa Fe tenía dos factores en contra, uno era el tiempo que casi se acababa y el otro era el marcador que se estaba dando en la ciudad de Manizales y que daba al Atlético Huila como finalista de la Liga Postobón 2. Depronto llegó lo que todos esperaban, podía ser lo más esperado para cualquier hincha, que a su equipo le piten un penalti a favor, pero como es Santa Fe, para nosotros los hinchas de este equipo un penalti a favor después de errar los 7 u 8 anteriores, ya hasta perdí la cuenta, no era lo que nos podría poner a soñar. Sin embargo la fe nunca se perdió, cobró el gran arquero Camilo Vargas, y pasó lo mismo que en los anteriores siete u ocho lanzamientos desde los doce pasos, el arquero rival alcanzaba a atajar el cobro, y dio un rebote, depronto de atrás llegó Luis Manuel Seijas y con su botín empujó el balón al fondo de la red. 

A partir de ese momento éramos finalistas de la Liga Postobón, sí por tercera vez en unos pocos años Santa Fe estaba a punto de pelear de nuevo por un título más. Terminó el partido contra Nacional en Medellín y salté de alegría pensando en que de nuevo iba a estar en el estadio El Campín para ver a mi Santa Fe jugar una nueva final. 

Y llegó el día del partido de ida. La ansiedad estaba presente como hace dos años y medio, los nervios estaban de punta. Había dos jugadores ausentes por tarjetas amarillas, el DIM había anotado un gol en el primer tiempo y para rematar, el gran capitán de Santa Fe, Omar Sebastián Pérez, al terminar el primer tiempo se quejaba de un dolor, se tiró al piso y no se levantaba. La ilusión parecía derrumbarse. Pero como en Santa Fe siempre hay que sufrir para luego llorar de alegría, vendría un cobro de tiro libre ejecutado por Armando Vargas, un muchacho que entró al campo en reemplazo de Omar Pérez, que terminaría en los pies de Francisco Meza para anotar un gol que volvía a ilusionar a muchos. Uno o dos minutos más tarde, después de un pase magistral del mismo Armando Vargas, se armó un contragolpe que Wilson Morelo finalizó con un golazo. En este momento ya estábamos más cerca de la gloria.

Era 21 de Diciembre de 2014. El sol brillaba en el cielo azul. Ya se veían unos cuantos hinchas de Santa Fe en las calles. El partido de vuelta de la final estaba a unas cuantas horas de empezar. Con mucho sueño y bastante cansada me empecé a preparar para la fiesta. Se picaba papel en mi casa mientras escuchábamos en la radio que las puertas del estadio estaban a punto de ser abiertas. La ansiedad se hizo más fuerte, los nervios se hicieron presentes y llegaba la hora de ir al último partido de mi Santa Fe este año. Llegué al estadio, llena de alegría, con el mismo entusiasmo y la misma fe de siempre. Ya adentro un gran aguacero comenzó a caer, y llegué a pensar que el partido no se jugaría y de que probablemente, no podría ver el juego si se hacía al día siguiente. Sin embargo, el partido se jugó. En el primer tiempo pasó algo parecido a lo que sucedió siete días atrás, el balón daba en el palo y Santa Fe se salvaba del primero. Comenzó el segundo tiempo y tras un saque largo de Camilo Vargas, el defensor del DIM despejó el balón y le cayó en el pie a Luis Carlos Arias, para que rematara y el balón atravesara la portería de Carlos Bejarano y todos los santafereños cantábamos jubilosos. Así transcurrió el segundo tiempo, en medio de cánticos gritos y alegría cuando al minuto 88 el DIM empató el partido, y volvió el sufrimiento característico, que duraría unos minutos más pero que nunca se pondría por encima de la fe. 

Luis Sánchez pitó el final del partido y todo fue júbilo y alegría. Era la segunda vez que veía a Santa Fe campeón de la Liga Postobón. Después de mucho tiempo de escuchar "es que su equipo no gana nada", ya Santa Fe había ganado dos títulos. Felicidad es lo que me sobra desde el domingo y gracias a jugadores y cuerpo técnico pudimos cantar de nuevo que somos campeones.

Solo queda agradecer a todos y cada uno de los leones que lo dieron todo en la cancha y que muchas veces a pesar de insultos, pusieron la garra necesaria en cada partido para lograr conseguir la octava estrella. Tenemos muchos más títulos que pelear y de la mano de Gustavo Costas y cada uno de los jugadores estoy segura que lo vamos a lograr.

Muchas gracias Santa Fe.

sábado, 22 de junio de 2013

Cómo no ilusionarse

Hace ya casi un año que escribí un post sobre mi gran Santa Fe. Nuevamente le dedicaré un espacio en este blog. Y me voy a eso que escribí hace un año, llena de satisfacción, felicidad, alegría y demás sentimientos positivos porque mi Santa Fe, el equipo de mis amores, ese equipo al que así fuera por radio seguía partido a partido, acababa de ser campeón.

Mi post de hoy va dedicado de nuevo al equipo de mis amores, al equipo por el que he llorado de tristeza y de alegría, a mi Santa Fe del alma. Y es que no se puede evitar escribir de Santa Fe si minuto a minuto, paso a paso, partido a partido nos llena de ilusión. Es líder en su cuadrangular de liga, es semifinalista de Copa Libertadores y en Copa Postobón también clasificó a segunda ronda.

Cómo no ilusionarse con un equipo así. Cómo no ilusionarse si cada vez que Santa Fe pisa la cancha deja el alma y últimamente sale victorioso. Cómo no soñar con una final de Copa Libertadores. Cómo no soñar con otro título en liga. Cómo no soñar con otra Copa Postobón. Y me atrevo a soñar y a ilusionarme porque después de cada partido, me convenzo más de que esos once leones que van a la cancha cada vez que hay un partido, son unos guerreros y siempre van por la victoria.

Hace unos años no era tan fácil soñar e ilusionarse. Hoy es posible gracias a la entrega, a la disciplina y al trabajo, trabajo que encabeza y lidera un grande como Wilson Gutiérrez. Un director técnico que al principio para muchos era desconocido pero que ha sabido manejar a los jugadores que han llegado al equipo para formar una gran familia.

Espero seguir ilusionándome con este equipo y por qué no, hacer realidad ese sueño nuevamente, vivir de nuevo esa gran alegría de ver cómo once guerreros, once leones dejan todo en la cancha para ganar un título y convertirse en ídolos de muchos.

jueves, 19 de julio de 2012

Finalmente pasó

Aún no lo creo. Han pasado tres días, y todavía no lo asimilo. A veces creo que fue un sueño, pero entonces miro las fotos que tomé, los videos que circulan en internet, los titulares de los programas deportivos, y es ahí cuando me doy cuenta que fue real, que los largos años de espera ya terminaron, que Santa Fe, el equipo de mis amores, quedó campeón.


Es entonces cuando vienen a mi mente los recuerdos de los primeros partidos de Santa Fe que yo veía los domingos en la tarde en una lucha constante con mi hermana por el control del televisor, y por supuesto de los que escuchaba los miércoles en la noche mientras hacía mis tareas de colegio. Esos partidos que siempre seguía con la única ilusión de que mi equipo amado, diera una vuelta olímpica, de que se coronara campeón del torneo colombiano.


Y este Domingo, después de tantos años de sufrimiento, después de tanto tiempo de espera, después de tantas veces de estar a punto, finalmente se logró. La fiesta empezó desde temprano, desde el viernes cuando viajé en horas de la noche a Bogotá. Ese mismo viernes, horas antes, mi papá me había dicho que no había conseguido boletas. Pero al mismo tiempo, una luz de esperanza brillaba, me habían llamado a decirme que era probable que pudiera vivir la fiesta. Mi ilusión crecía poco a poco. Al fin el teléfono sonó, iba a poder ir al estadio.


Luego todo fue fiesta. Llegué al estadio a eso de las dos de la tarde, hicimos la fila, y finalmente entramos. Ya estando adentro, el momento se acercaba, estábamos unos minutos más cerca de ser campeones. Cuando el partido comenzó, mis nervios estaban a mil, me temblaban las manos, el frío se apoderaba de mí, el hambre hacía presencia, pero yo seguía concentrada viendo el partido. Pasaban los minutos y el partido seguía empatado sin goles. Se acabó el primer tiempo, y la ansiedad era cada vez más grande, llegué hasta a pensar en la posibilidad de los penales. Empezó el segundo tiempo, y con él vinieron de nuevo los nervios, el hambre, el frío. El gol estaba cerca, pero aún no se marcaba. Llegó el minuto 70, Omar Pérez iba a cobrar el tiro libre. Cobró y el cabezazo de Copete se fue adentro de la portería. Yo no lo podía creer. Los jugadores estaban terminando con una larga espera de 36 años y un poquito. Quedé en shock, no reaccionaba, las lágrimas salían de mis ojos. Finalmente el rojo de mi alma estaba a unos pocos minutos de ser campeón.


El árbitro pitó el final. Todo fue júbilo. Nos fundíamos en abrazos interminables, como una familia, la familia santafereña. Nuestro sueño se había hecho realidad. Por fin pudimos ver a Santa Fe coronarse campeón del torneo colombiano. Espero que esa escena se repita muchas veces más en mi vida. La primera vez que la viví fue espectacular.



martes, 22 de mayo de 2012

Aquellos hinchas, aquel fútbol

Cómo añoro aquel fútbol de cuando yo era apenas una niña, incluso el de antes, del que mis padres me cuentan historias. Ese fútbol que jugaban 22 guerreros en una cancha, guerreros que corrían detrás de un balón, solamente un balón; hinchas que aplaudían por igual a los jugadores de los equipos que se enfrentaban, los mismos que después de cada partido saludaban a los hinchas del equipo rival, se daban la mano sin importar a quién estaban alentando. Esos mismos hinchas que hoy se matan por una camiseta, los mismos que hoy sin reparo alguno irrumpieron en el carro de un futbolista colombiano que juega en un equipo de la primera división argentina, y le apuntaron con un arma diciéndole que era mejor que abandonara el equipo, tal vez porque simplemente no simpatizan con él, o tal vez porque no les parece que debería estar jugando en el equipo de sus amores.


En ese fútbol que añoro no había cabida para armas, las únicas armas eran los goles, las grandes jugadas, los grandes jugadores. Los periódicos titulaban con noticias del juego, no de lo que rodea al deporte, no de amenazas, de muertes, de peleas. No recuerdo que mis padres me hayan contado que los hinchas de un equipo destruyeran cuadras enteras de locales comerciales porque perdieron un partido, tampoco recuerdo que hinchas de cierto equipo invadieran la cancha porque estaban en desacuerdo con una decisión arbitral, y mucho menos que hayan amenazado a un jugador por no simpatizar con él.


Recuerdo que siempre he repudiado cualquier tipo de violencia relacionado con el deporte, especialmente el fútbol, el deporte de mis amores, el deporte que tantas alegrías me ha traído, y también tristezas, bueno, más tristezas que alegrías, simplemente un deporte. Se supone que el fútbol debería ser diversión, alegría y sobre todo paz. Y en este momento, repudio totalmente el hecho repugnante del que fue víctima Gio Moreno en Argentina.


Estoy por pensar que tal vez tantas emociones, tantos gritos, algunas lágrimas por ahí, tantos partidos que he visto no valgan la pena hasta que dejemos de mezclar violencia con deporte, sobre todo violencia con fútbol.