Hace ya casi un año que escribí un post sobre mi gran Santa Fe. Nuevamente le dedicaré un espacio en este blog. Y me voy a eso que escribí hace un año, llena de satisfacción, felicidad, alegría y demás sentimientos positivos porque mi Santa Fe, el equipo de mis amores, ese equipo al que así fuera por radio seguía partido a partido, acababa de ser campeón.
Mi post de hoy va dedicado de nuevo al equipo de mis amores, al equipo por el que he llorado de tristeza y de alegría, a mi Santa Fe del alma. Y es que no se puede evitar escribir de Santa Fe si minuto a minuto, paso a paso, partido a partido nos llena de ilusión. Es líder en su cuadrangular de liga, es semifinalista de Copa Libertadores y en Copa Postobón también clasificó a segunda ronda.
Cómo no ilusionarse con un equipo así. Cómo no ilusionarse si cada vez que Santa Fe pisa la cancha deja el alma y últimamente sale victorioso. Cómo no soñar con una final de Copa Libertadores. Cómo no soñar con otro título en liga. Cómo no soñar con otra Copa Postobón. Y me atrevo a soñar y a ilusionarme porque después de cada partido, me convenzo más de que esos once leones que van a la cancha cada vez que hay un partido, son unos guerreros y siempre van por la victoria.
Hace unos años no era tan fácil soñar e ilusionarse. Hoy es posible gracias a la entrega, a la disciplina y al trabajo, trabajo que encabeza y lidera un grande como Wilson Gutiérrez. Un director técnico que al principio para muchos era desconocido pero que ha sabido manejar a los jugadores que han llegado al equipo para formar una gran familia.
Espero seguir ilusionándome con este equipo y por qué no, hacer realidad ese sueño nuevamente, vivir de nuevo esa gran alegría de ver cómo once guerreros, once leones dejan todo en la cancha para ganar un título y convertirse en ídolos de muchos.